audio y descripcion
En este espacio, que antiguamente debía ser el santuario de la antigua Iglesia de San Giorgio, se observa en el lado izquierdo de la cueva, mirando hacia la pared de fondo, un ensanchamiento contemporáneo a la transformación de la cueva en bodega. Este espacio servía para colocar las barricas en una pared de soporte especial donde el vino se dejaba reposar hasta que estuviera listo para ser conservado.
En la pared de fondo, en correspondencia con la luneta absidal de la antigua iglesia, se puede ver la entrada a la escalera que conduce al último ambiente. Nueve escalones con una forma cóncava típica, que facilitaban el deslizamiento de las barricas, conducen a un ambiente de temperatura baja y constante.
En las paredes de la escalera, tanto a la izquierda como a la derecha, se encuentran nichos que servían para colocar las lámparas. En el dintel de acceso a la última sala, hacia el exterior, se puede ver un graffiti que representa estilizadamente un cáliz y una hostia, emblema de la Confraternidad del Santísimo Sacramento, propietaria del lugar hasta el 20 de enero de 1708. Encima del cáliz, a la izquierda y a la derecha, parece estar grabada una fecha, 1717.
En el último espacio a la izquierda se puede ver el muro de suspensión de las barricas, un bloque de piedra único “ahorrado” durante la excavación del ambiente. Es un ejemplo típico de la llamada arquitectura negativa que caracteriza los espacios de los Sassi, donde se construye mediante sustracción de material y no por adición. En el lado derecho, se pueden apreciar los signos típicos de la extracción de piedra que han hecho desaparecer gradualmente un murete de suspensión de barricas, simétrico e idéntico al que aún se conserva en la pared izquierda. Esta actividad extractiva, destinada a recuperar el material necesario para la construcción en el lugar, también afectó a una parte del suelo cuando la bodega cayó en desuso. En la pared de fondo se encuentra la típica hornacina funcional para alojar los recipientes necesarios para el trasiego del vino.
La inclinación de la excavación estaba relacionada, entre otras cosas, con las necesidades de iluminación, ya que permitía que los rayos del sol penetrasen hasta el fondo, facilitando al mismo tiempo la ventilación. Es posible que la excavación misma se realizara siguiendo la proyección del sol en la pared de fondo.
En invierno, el sol alcanza su punto más bajo en el horizonte y la excavación era funcional para almacenar el calor irradiado. En verano, por el contrario, el sol está más alto, por lo que no podía golpear la pared de fondo de los hipogeos, cuya parte terminal permanecía fresca y húmeda. La hornacina de múltiples niveles, a menudo tallada en la pared de fondo de estas excavaciones, tal como ocurre en nuestro caso, posiblemente servía como una especie de reloj de sol, siguiendo los movimientos solares a lo largo del año. De esta manera se lograba un ambiente que mantenía una temperatura constante de aproximadamente 12° durante todo el año, condición indispensable para una buena conservación del vino.